El domingo ha sido tradicionalmente el día en el cual mi familia, vamos donde mi abuela a llevarle “cositas”; y conversar de su diario devenir.
Pero este domingo fue diferente a todos. El hijo de mi prima tiene tan solo 15 días de nacido, por ende el tema a acotación para tomar el algo fue los cambios desde que éramos niños. Y mi abuela, que en realidad no es genéticamente mi abuela, sino la tía de mi mamá comenzó con sus relatos.
Mi abuela es una mujer de baja estatura, pelo agrisado, dientes perfectos, gafas enormes y de contextura gruesa.Inspira respeto, sabiduría y mucho cariño. No es de negar que muchas veces se coloca muy gruñona para hablar de otras cosas; pero nunca deja de lado su sueño de aprender de todas las cosas del mundo; y se abre al diálogo.
Su casa es muy moderna a comparación de el lugar donde viven todas las abuelas de antaño; es construida hace poco pues ella dice que prefiere vivir muy alto a vivir en casas de primeros pisos. Nadie la entiende pero ella es feliz.
Todo cambia cuando su cuerpo que ya va a cumplir unos ochenta y tres años; empieza a fallarle en diferentes aspectos. En ese momento se vuelve muy frágil, mimada y susceptible; pero por el gran aprecio que le tenemos la hemos aprendido a sobrellevar.
Este domingo estaba en sus mejores días. Comenzó a comentarme lo importante que era para ella conocer sobre todo y sin merodear mucho insistí en que aprendiera a manejar internet. Le expliqué la maravilla que es dar click y encontrar una cantidad de información disponible. Ella ya sabía esto , pero nunca alguien de la familia se lo había comentado, por ende se mostró muy reacia.
Para ella no es tan sencillo leer en la pantalla o mirar con detenimiento cada link que aparece en un buscador de información y eso solo lo vine a entender este espectacular domingo floreciente.
Ella cuenta que en sus épocas leer y escribir solo era de burgueses; que solo los más ricos de su vereda habían leído alguna vez la biblia que era el libro fundamental en aquellas épocas. Narra còmo en su vereda, ubicada al norte del Valle del Cauca; solo subía un profesor (historiador-teólogo) de ves en cuando a enseñarle a escribir a ella y a sus hermanos. Su hermano el mayor prefería cazar águilas gigantez que su pico llegaba hasta el piso cuándo las arrastraban mientras que ella estaba prestándole atención a ese profesor “descachalando y mal vestido”,que ahora; a su vieja edad,se da cuenta de que era muy interesante.
Por vivir en una vereda ella conoció un carro a eso de los 22 años y eso porque su hermana se la llevó a escondidas con su novio a la ciudad. Entonces comprendí que ella no es ignorante o que no le guste aprender, lo que sucede es que su vista, su cuerpo y demás partes no están acopladas para un computador; y que el hecho de que yo le explique paso por paso cmo buscar algo no se le hace fácil.
Lo que me parece más importante de mi abuela es que a pesar de no saber leer ni escribir a la perfección es interesada por aprender de todo. Pero esto no sucede con la mayoría de abuelas; pues mis amigos me cuentan mucho como las discusiones se vienen encima para hablar de otras cosas diferentes a sus culturas; es entendible que el mundo a cambiado que los niños de la nueva generación ven las cosas con ojos diferentes y quieren que sus hermosas abuelas no se vallan a morir con tan poco que les a dicho la iglesia o sus descendientes. Pero esta cuestión no la entiende todo el mundo; por eso mi abuela es diferente. Tomarme el trabajo de hablar con ella todos los domingos en la tarde para escuchar éstas historias para mí se hacen sumamente interesantes.
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